Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el sol...EL ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo, también ha puesto el mundo en sus corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que DIOS ha hecho de principio a fin (ECLESIASTES 3)

AL QUIMIA es el arte de la "transmutación". Transmutar consite en transformar algo en otra cosa que es de una
naturaleza superior. En el plano espiritual los alquimistas transmutaban la naturaleza de lo irreal a lo real, del incosciente al consciente, de las tinieblas de la ignorancia a la luz de la verdad, de lo mortal a lo inmortal. La transmutación tanto físisca como espiritual es consecuencia de la "Elevación de las vibraciones"



miércoles, 27 de junio de 2007

EN EL CAMINO, EL CAMINANTE

Soy un Navegante del Laberinto.

Trabajo mi materia para encarnar al Cristo en mi Corazón. Es mi destino y mi meta.

Y la piedra no me mintió y reflejó lo que se esconde tras la máscara.

Me hace danzar sobre una red de Luz que une caminos.

El otro día le dije a una compañera con la que cambiaba impresiones a cerca del Laberinto: Los caminos no se comparten, tu camino conduce a Ti, mi camino conduce a Mi, pero Tu y Yo somos la misma esencia.

Esta mañana caminaba hacia mi trabajo. Suelo pasar cerca de un parque de altos arboles y coloridas flores. De repente sentí un halo que lo interpenetraba todo, le daba Vida. No era una vida meramente orgánica porque constaté que los edificios que lo rodeaban, incluso los objetos, formaban parte de ese halo y participaban de esa Vida.

Había una Luz especial que podía captar con mi Centro. La respiraba y me llenaba. Me hacia ver más intensos los colores, más luminoso su entorno. Había captado el TAO.

Había captado el yang vertical de los altos árboles, y el yin horizontal de su fresca sombra. El yang de la fuerza con que la fuente lanzaba sus chorros y el yin del suave goteo del agua al ser atraido hacia la tierra. El yang de las flores rojas y el yin de las blancas.

Pero todo eso lo había captado desde el equilibrio momentaneo del yin y el yang alojados en mi Centro. Habái dejado fluir al Tao a tarvés de mí y me habái deslizado por sus corrientes. Tan solo tres minutos de plenitud.

Muy a menudo lo capto. Solo tengo que mecerme sobre la corriente eterna.

Al domingo terminé la técinca de Ciudad Bajo Sitio y el lunes pedí ver el anatema.

Parecía que el día había transcurrido tranquilo y al llegar a casa nos encontramos muerto a nuestro hamster.

Pobre pequeño. Tal vez debí de prestarle más atención. Se liberó de su carcel de plático y metal.
Mi niña lloraba: ya no podré ponerle su nombre a ningún otro hamster.

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