Hace algún tiempo me senté en un café.
El sol entraba tímidamente por la cristalera de colores que había a la derecha de mi mesa.
De repente me sentí hipnotizada por aquella diversidad de formas y colores, todos juntos, muy bien emplomados.
Y un pensamiento afloro en la superficie de mi mente: "que bellos cristales, cuantos hay pero todos son diferentes. Si sustituimos uno la cristalera ya no sera la misma"
Puede parecer un incidente de lo más nimio, sin ninguna importancia. Pero a través de ese cristal Dios se estaba comunicando conmigo (y es que Dios nos habla en forma queda, sin aspavientos, a través de las sensaciones del corazón)
Y en aquel momento descubrí